
Casi la totalidad de las dietas de adelgazamiento que existen tienen un punto en común: coinciden en la importancia de beber agua para adelgazar. El líquido elemento transporta los nutrientes y el oxígeno hasta diferentes partes del cuerpo, pero también nos llena de energía para realizar diferentes actividades a lo largo del día.
Sin embargo, un exceso en el consumo de agua podría provocar el efecto contrario al que estamos buscando. Si nos pasamos con la cantidad de líquido que tomamos a diario podemos llegar a engordar, arruinando nuestro plan para perder peso. Por eso debemos tener cuidado con el agua que ingerimos a lo largo del día.
La retención de líquidos es un problema para muchas personas. Sucede en muchos casos que la grasa de más que notamos en el cuerpo es, sobre todo, agua que no eliminamos. Eso suele suceder cuando ingerimos una cantidad excesiva de agua de una sola vez, en vez de hacerlo de forma progresiva a lo largo de todo el día.
Desventajas de beber mucha agua
En este caso, los riñones no son capaces de hacer todo el trabajo que se les acumula y no pueden eliminar el exceso de agua del cuerpo, por lo que se queda en el interior. Además, una ingesta de líquidos excesiva también desequilibra los electrolitos en el cuerpo, lo que puede provocar fatiga, mareos, debilidad e, incluso, náuseas. Es lo que se conoce como hiponatremia.
Beber agua es imprescindible para mantener el cuerpo hidratado (Reyters/David Mercado)
La retención de líquidos y, por tanto, las posibilidades de que nuestro plan para adelgazar no funcione, aumenta si seguimos dietas bajas en potasio y altas en sodio. Son, junto al cloruro, el magnesio y el calcio, los electrolitos más comunes en el cuerpo humano y su estabilidad es primordial para el perfecto funcionamiento del organismo.
Otro de los problemas que puede provocar el agua a las personas es el de los contaminantes. Un estudio publicado en la revista Obesity en 2010 revelaba que la presencia de algunos contaminantes orgánicos en el agua puede provocar un aumento de peso. En el mismo sentido va otro estudio, de 2018, que analiza las sustancias químicas encontradas en el agua.
En muchos lugares es necesario purificar el agua que se consume, ya que podría estar expuesto a contaminantes
Se trata de residuos de sustancias perfluoroalquílicas, conocidas entre los científicos como PFAs, que estarían asociadas a la obesidad y a la ganancia de peso al ralentizar el metabolismo de las personas. Por eso en muchos lugares es necesario purificar el agua que se consume, ya que podría estar expuesto a estos contaminantes.
Una cantidad relativa
La mayoría de los expertos recomiendan beber entre un litro y medio de agua y dos litros diarios, y no sólo en las personas que hacen distintas dietas para adelgazar, sino para todo el mundo. Sin embargo, hay profesionales que amplían esa cifra hasta los 3 litros diarios e, incluso, los 3,5 litros para los hombres, aunque esa cantidad dependerá finalmente de cada persona.
La mejor fórmula que tenemos para beber agua a lo largo del día es hacerlo cuando tenemos sed. El cuerpo es inteligente y nos lo pedirá de forma natural, aunque las personas que no necesitan beber mucha agua a lo largo del día son las que deben hacer el esfuerzo de beber esos seis u ocho vasos que se recomiendan habitualmente.
La editorial Amat ha reeditado recientemente, revisado y ampliado, el libro de la doctora Magda Carlas ‘Más claro que el agua’, donde la médica y nutricionista defiende las propiedades nutritivas del agua, ésas que casi todos desconocemos (¿no servía sólo para calmar la sed?), según la autora. El libro desvela algunos datos muy interesantes sobre el papel de la hidratación en el rendimiento físico, su relación con el estrés, la obesidad… Te damos en 10 píldoras algunos de los más interesantes.
1. De una vez por todas. ¿Cuánta agua hay que beber al día?
Pues depende de factores como si vives en un lugar seco o húmedo, de si haces deporte o no… Pero, de media, la autora aboga por seguir las indicaciones de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) que recomienda una ingesta de agua total diaria de 2,5 litros para los hombres y de 2 litros para las mujeres sumando bebidas y comida (como sopa o alimentos ricos en agua). «Ello se traduce en la recomendación de beber 2 litros de agua para los hombres y 1,6 litros para las mujeres.
2. Si el cuerpo no me pide agua, ¿entiendo que no la necesita?
¡Falso! Como explica Carlas, «cuando la sed aparece, ya se ha perdido aproximadamente un 1% del agua corporal y a este nivel de deshidratación ya se pueden notar algunos efectos, como falta de concentración, cansancio, disminución del rendimiento físico… Es decir, no deberíamos esperar a tener sed para beber». Un dato muy interesante: en situaciones de estrés, los requerimientos del agua aumentan: «Se puede pasar de necesitar 1 ml por kcal ingerida hasta 1,5 ml por kcal. ¡Un 50% más! Así que ya sabes: si estás estresada, bebe más.
3. ¿Engorda el agua si se toma en medio de las comidas?
El agua en sí misma no puede engordar porque tiene cero calorías. Respecto a si hemos de tomar o no agua en las comidas, Carlas opina que sí (contra otras tesis que defienden que hay que evitarla porque aumenta el volumen del contenido estomacal sin añadir un extra de ácido, lo que provocaría que las sustancias químicas diseñadas para romper los alimentos y convertirlos en una sustancia consumible no funcionen tan bien como debieran). De hecho, la autora del libro anima a tener siempre un vaso de 200 cc lleno e ir bebiendo durante la comida. Así, contra quienes defienden que el agua durante la comida retrasa la sensación de saciedad, Carlas sostiene todo lo contrario, ya que beber «aumenta el tamaño del bolo alimentario».
4. ¿Y el agua con gas? ¿No engorda como la cerveza?
Pues no. El gas no engorda (la famosa ‘tripa cervecera’ no tiene nada que ver con el gas, desengáñate). «Lo que sí puede hacer es ocupar un volumen y manifestarse en forma de hinchazón si la cantidad de agua con gas bebida es considerable. Pero ‘hinchar’ no es lo mismo que ‘engordar'».
5. Entonces, ¿hay que beber más agua cuando se está a dieta o no?
Definitivamente sí. «Primero, porque con el adelgazamiento hay un aumento del catabolismo del cuerpo y se eliminarán más sustancias por el riñón que necesitarán obviamente agua. Pero es que además el agua tiene la magnífica capacidad de aumentar la sensación de saciedad, pues ocupa un lugar en el estómago». La experta recomienda «beber agua ni muy fría ni muy caliente antes de las comidas: unos 200-300 ml de agua, bebida a sorbos y unos 20 minutos antes de cada comida importante. Esto hará que se empiece a comer con un apetito algo atenuado».
6. ¿Tengo que beber más cuando hago deporte?
¡Y tanto! Estas son las recomendaciones generales de Carlas: a partir de los 30 minutos de ejercicio, sobre todo si es intenso, ya es recomendable cierta rehidratación. Una pauta para un ejercicio medianamente intenso es de 150-250 cc de agua cada 20 minutos. Es importante que el agua esté a una temperatura de 10-15 grados, no fría, que es cuando tiene mayor poder de rehidratación. Es recomendable beber antes de empezar, unos 250-500 cc de agua según el tipo de ejercicio.
7. ¿El agua del grifo es tan buena como el agua mineral?
Para calmar la sed, por supuesto, pero según Carlas, la del grifo «es agua con pocos minerales u osmotizada», mientras que el agua mineral natural se caracteriza por «una composición en minerales constante y única, que siempre encontrarás en la etiqueta». Las aguas minerales naturales aportan dosis notables de minerales, defiende la nutricionista, esenciales para el cuerpo. De ahí por ejemplo, que para las mujeres perimenopáusicas sería interesante «el agua con un contenido notable de calcio». Y para las mujeres en edad reproductiva «el agua con un aporte de hierro». (En cualquier caso, el agua mineral sale perdiendo por goleada cuando hablamos de medioambiente. Cada vez se recomienda más beber agua del grifo, cuya huella de carbono es infinitamente menor que la de un botellín de agua mineral, sea de PET o de cristal), siempre que sea posible.
8. ¿La mejor agua mineral es la de mineralización débil?
No, sólo es un tipo de agua, dice Carlas. «La carencia de minerales es una característica y no una virtud». Las de mineralización débil pueden ser las más adecuadas para algunos tipos de enfermedades cardíacas o renales, y suelen ser las que se usan para hacer los biberones de los bebés, por ejemplo.
9. ¿Hay alguna relación demostrada entre el estado de la piel y la ingesta de agua?
Todas las que quieras, ya que la hidratación de la piel, como ocurre con el resto de órganos del cuerpo, depende en gran medida del agua de la que dispone nuestro cuerpo. Por ejemplo, está más que probado que la sequedad de los ojos o la sequedad vaginal, tienen en la ingesta de agua uno de sus remedios más inmediatos. En realidad, todos los tejidos se benefician del agua que bebes. Incluso el mal aliento tiene en la ingesta de agua a uno de sus peores enemigos (ya que la boca seca es cómplice directa de la halitosis).
10. ¿Cuánto mayor eres más agua has de beber?
Sí, para poder mantener la función renal en buenas condiciones. El problema es que cuanto mayor te haces, menos sensación de sed tienes, lo que hace que muchas personas mayores estén innecesariamente deshidratadas.
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