Chichicuilote

El chichicuilote es un pajarito nativo de la Ciudad de México que tiene una forma muy graciosa con las patas flacas y largas, por eso aquel dicho popular de «tiene patas de chichicuilote».

La palabra chichicuilote, proviene del náhuatl tzitzicuiltic: Tzitzi = delgado y huilotl = paloma, significando «pajarito gris con un pico largo y delgado» Su nombre científico es Calandris minutilla.

El chichicuilote es una avecilla zancuda, con plumaje gris ceniza con leves manchas obscuras, pico largo y fino, garganta y abdomen grisáceos divididos con una tenue línea café, la cola es pequeña redondeada con plumas exteriores blancas y patas largas. Mide entre 16 y 20 centímetros de longitud, 10 centímetros de alto y un peso de 55 a 70 gramos.

En la época reproductiva, el plumaje del dorso es de color pardo, cabeza café claro, frente blanca con una banda negra sobre ésta, la garganta y abdomen grisáceos divididos con una tenue línea café. En la época de reposo no presenta la banda negra en la frente y la banda pectoral es poco notoria. El pico es negro y grueso, la cola es pequeña, redondeada con plumas exteriores blancas y patas largas de color rosa grisáceo.

El chichicuilote es un ave que era característica del lago de Texcoco. Hubo un tiempo en que existía un sistema de lagos y un paisaje exuberante, lacustre, rodeado de magníficas montañas cubiertas de majestuosos bosques. En estos montes nacían incontables ríos, riachuelos, manantiales y ojos de agua, que con su inalterada cuota de agua nutrían a los lagos, cinco en total, los cuales reposaban como vastos espejos tendidos entre montañas. Ahí se podía encontrar en abundancia esta graciosa ave. En este sitio hoy solo hay asfalto, hierro y concreto.

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Su dieta consiste en insectos, pequeños animales acuáticos y semillas de plantas, de pequeños crustáceos, poliquetos, moluscos e insectos.

El chichicuilote es comestible, su carne tiene un ligero sabor a humedad. Muchos de estos alimentos lacustres se comían desde tiempos precolombinos, siendo la delicia de nobles y plebeyos: lo mismo los comía el tlatoani Moctezuma que el más humilde campesino, con la diferencia de que el primero no tenía que hacer más que ir a su mesa para disfrutar de un festín, mientras el segundo salía en persona a recolectar sus alimentos.

Para las personas de tiempos pasados, era usual comer un pato recién cazado en las riberas del lago, o comprarle a algún cazador un chichicuilote para prepararlo en mole. En sitios como Culhuacán, Xochimilco, Tláhuac, Texcoco y en algunos lugares de Hidalgo se siguen preparando asados. En la época prehispánica fue un alimento muy importante, se vendían inclusive para comer en la Ciudad de México. Su consumo continuó hasta mediados del siglo XX, cuando esta ave casi desapareció. Con la destrucción de los canales de Xochimilco y el lago de Texcoco, dejó de consumirse.

Los lagos de la Cuenca de México fueron por siglos una alacena abierta, bastaba con ir a las riberas a cazar aves o montarse en un cayuco para adentrarse en las aguas y pescar.

Era muy común oír el pregón «mercarán chichicuilotitos tiernos». En algunas películas antiguas mexicanas puedes escuchar a veces este pregón.

Hoy no quedan más que unos retazos de aquellos lagos. Tal vez solo en Xochimilco pervive el último suspiro de aquel mundo perdido.

En la actualidad, esta especie parece estar casi extinta. Aún es posible encontrarlo en zonas como Xochimilco, Tláhuac y Chalco, así como en el tianguis de Iztapalapa y en algunas partes del estado de México.

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Dra. Carmen Báez Ruiz

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