
Electra en la tumba de Agamenón (c. 1869) de Frederic Leighton.
Complejo de Electra es el término propuesto en 1912 por el psiquiatra y psicólogo suizo Carl Gustav Jung para designar la contrapartida femenina del complejo de Edipo.[1] Consiste en la atracción afectiva de la niña por la figura del padre. De todos modos, a diferencia del complejo de Edipo freudiano, Jung no realizó una aproximación completamente biológica ni universal al complejo, con lo que no debe definirse en términos taxativos.[2][3]
Origen del nombre
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Según la mitología griega, Electra, hija de Agamenón (rey de Micenas) y Clitemnestra, vengó a su padre, quien fuera asesinado por Egisto, amante de Clitemnestra, o en otros mitos, por la misma Clitemnestra. Electra animó a su hermano Orestes para que diera muerte a su madre y a Egisto, asesinos del padre de ambos.
Concepto
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Según Jung, el complejo de Electra es común en las niñas en algún momento de su infancia aunque, en algunas ocasiones, va más allá. La fijación afectiva o enamoramiento hacia el padre puede generar una situación de rivalidad con la madre. Se supone que es una dinámica normal en el desarrollo de las niñas, que puede observarse a partir de los 3 años y que suele resolverse de forma natural.
Al contrario que en los niños, esta circunstancia es menos clara y pasa más inadvertida puesto que las niñas tienen un vínculo muy estrecho con sus madres, lo que les dificulta mantener la competitividad con esta.
En la mejor resolución del complejo se produce una predilección de la niña hacia su progenitor. Sin embargo, en los casos patológicos puede acontecer lo contrario, que la niña rechace al padre al sentirse defraudada por haberla rechazado.[3]
Diferencias con el complejo de Edipo
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Desde el punto de vista psicoanalítico, al comparar ambos complejos, resultan diversos entre sí. A continuación se enuncian tres características diferenciales:[4]
- Cambio de zona erógena. La niña cuenta con dos órganos sexuales (agregándose el clítoris), mientras el niño cuenta con uno. La primera zona erógena de la niña es su clítoris (relacionado con el órgano masculino), entonces al descubrir la zona vaginal, concentra su parte femenina y abandona la masculina, aceptando la castración y el papel pasivo que conlleva.
- Cambio de objeto erótico. En la primera fase de desarrollo, la madre es el objeto erótico de ambos (niño y niña). Sin embargo, el instinto de conservación de la especie le hará cambiar su objeto erótico hacia el padre (ya que no podría engendrar con la figura materna) y se vuelve hacia él.
- Finalmente la niña cae en el complejo de Electra (saliendo del complejo de Edipo), pero si lo que deseaba era salir de la relación incestuosa con la madre, queda aproximada a una relación incestuosa con el padre.
Resolución
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En parte es lógico que la niña llegue a decir que se quiere “casar con papá”, porque es su referencia amorosa al ser el único hombre que conoce y que, por imitación a su madre, desea lo mismo. Por ello, los padres deben hacerle entender la prohibición del incesto y el complejo de castración; solo así se podrán determinar los roles parentales.
Si todo se desarrolla bien, la niña asume su derrota, reconoce que la madre es la preferida, y se dispondrá a buscar otro amor. Por el contrario, si no se rinde a esta evidencia se puede generar una anomalía patológica. De ahí que para poder curarse en el tratamiento psicoterapéutico la afectada debe aceptar su atracción y superarla.[3]
Referencias
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El complejo de Electra es uno de los conceptos más famosos de los propuestos por Carl Gustav Jung.
Este autor, como miembro de la corriente psicodinámica y discípulo de Sigmund Freud, se fijó en el desarrollo de la personalidad durante las primeras etapas de la niñez para, a partir de ahí, proponer ideas sobre cómo estas experiencias dejan una huella en el modo de comportarse y de pensar de los seres humanos una vez se han convertido en adultos.
El complejo de Electra, vinculado a la teoría del desarrollo psicosexual, es el modo en el que Jung adapta el complejo de Edipo de Freud al caso de las mujeres. Sin embargo, está planteado como algo más que una simple adaptación del Edipo al caso femenino. Veamos de qué se trata.
Empezando por el precedente: las teorías de Freud
Tal y como vimos en el artículo de la teoría del desarrollo psicosexual de Freud, el padre del psicoanálisis llegó a darle mucha importancia al modo en el que la sexualidad es gestionada durante los primeros meses y años de nuestra vida.
La idea de la que partió Freud era que, dependiendo del modo en el que demos salida a nuestros impulsos sexuales durante la infancia y la primera adolescencia (y del éxito que tengamos en la tarea de regular correctamente la libido) desarrollaremos más o menos problemas psicológicos el llegar a la etapa adulta.
Así pues, si no satisfacemos correctamente a esa parte de nuestra mente inconsciente que, según Freud, gobierna nuestra forma de comportarnos, desarrollaremos fijaciones que pueden dar paso a trastornos mentales y a conductas que estaban consideradas como sexualmente aberrantes. Desde el punto de vista psicoanalítico, la energía sexual actúa como un de las principales fuentes de motivación, de manera que si no se consigue darle salida, lleva a la acumulación de esta energía, a la presión del resto de instancias psíquicas, y a maneras aberrantes de comportarse.
El complejo de Edipo
El complejo de Edipo es uno de los fenómenos que, según Sigmund Freud, aparece en la llamada etapa fálica del desarrollo psicosexual, entre los 3 y los 6 años.
En ella, los hijos varones pasan por las siguientes fases:
- Empiezan a desarrollar un fuerte deseo hacia sus madres (o hacia las mujeres que ejercen el rol de madres).
- Observan que la madre tiene un fuerte vínculo emocional e íntimo con su marido, es decir, el padre, y que pasan tiempo a solas.
- Desarrollan celos hacia sus padres y empiezan a pensar en él en términos hostiles. Pero, a la vez, les temen, ya que la figura del padre es vista como una versión superior y más fuerte de ellos mismos.
- En ese momento, cada niño teme que su padre descubra los sentimientos que tiene hacia su madre. El modo en el que el mayor castigo posible queda simbolizado es la castración.
El complejo de Electra de Carl Jung
A pesar de que gran parte de las personas con las que trataba en el ámbito clínico eran pacientes de sexo femenino, Sigmund Freud desarrolló una teoría del desarrollo psicosexual centrada básicamente en el caso de lo que ocurre en los hombres, dejando arrinconado el desarrollo de las mujeres.
Carl Jung intentó dar solución a este «vacío teórico» al desarrollar su teoría del complejo de Electra hacia 1912.
¿Quién era Electra?
Jung era un académico muy centrado en el estudio de la simbología, ya que esta tenía mucho peso en sus ideas acerca del modo en el que la mente humana es, en parte, colectiva y sujeta a los símbolos utilizados en la cultura. (véase su teoría sobre los arquetipos). Es por eso, entre otras cosas, que para definir el complejo de Edipo se fijó en la parte de la mitología griega homérica en la que se narra la vida de Electra, la hija de Agamenón y Clitemnestra, rey y reina de Micenas.
La leyenda cuenta que fue la propia madre de Electra, o el amante de esta, quien mató a Agamenón después de que este volviese de la Guerra de Troya. Electra decidió entonces que su madre y el amante debía morir, y animó a su hermano Orestes para que vengase al padre de ambos llevando a cabo los asesinatos.
Las características del complejo de Electra
El complejo de Electra puede ser entendido como la versión femenina del complejo de Edipo, pero no es exactamente igual a este. Si bien es cierto que la situación inicial es parecida, la atracción hacia el padre por parte de la hija, y que este enamoramiento del padre hace que surja una rivalidad hacia la madre, hay diferencias entre la teoría del complejo de Edipo y la del complejo de Electra.
El vínculo con la madre
Carl Jung creía que el vínculo emocional entre la hija y su madre es más estrecho que el que hay entre el hijo y el padre, por lo que el complejo de Electra suele quedar más disimulado, ya que el grado de apego es mayor y compensa la rivalidad entre madre e hija.
Un Edipo incipiente
Según Jung, en un primer momento las niñas se sienten atraídas tanto por sus padres como por sus madres, aunque poco después pasan a centrarse solo en el padre como resultado de un mecanismo de conservación de la especie.
El miedo del castigo
Mientras que en el complejo de Edipo el hijo varón tiene miedo de que su padre lo castre, en el complejo de Electra la hija llega a la conclusión de que ya ha sido castrada.
La resolución del complejo de Electra
Tanto según Freud como según Jung, el paso por los complejos de Edipo y de Electra, respectivamente, son fases que forman parte del desarrollo normal de la mayoría de niños y niñas. De algún modo, señalan cómo se va produciendo el desarrollo psíquico de los seres humanos desde sus primeros años de vida.
Es por eso que creían que ambos fenómenos quedaban resueltos en un plazo de 2 o 3 años, mientras que en unos pocos casos la rivalidad entre hijos y padres e hijas y madres queda enquistada y hace que su relación se deteriore.
Un recordatorio
Cabe recordar que tanto el complejo de Electra como el de Edipo forman parte de unas ideas totalmente desfasadas y ampliamente rechazadas en la psicología científica contemporánea; esto quiere decir que ningún padre o madre debe tener miedo de desarrollar malos vínculos con sus hijos a causa de una mala gestión de estos procesos que, en realidad, solo existen en las teorías de Freud y de Jung.
Las teorías propuestas por estos dos autores utilizan el pensamiento blando y las metáforas como formas de entender la mente humana, preso este hecho sirvió para que filósofos de la ciencia, entre los que destacó Karl Popper, rechazasen los planteamientos de estos autores por ser demasiado interpretables y ambiguos, de poca utilidad para analizar casos concretos.
Sin embargo, esto no significa que no sea útil conocer estas teorías, pues están muy incorporadas en el legado cultural de los países occidentales. Así, el complejo de Electra se ha utilizado en literatura, cine y toda clase de formas de expresión artística, e incluso como herramienta hermenéutica con la que analizar e interpretar acontecimientos históricos, sociales y políticos de toda clase.
Referencias bibliográicas:
- Arlow, B. (1964), Psychoanalytic Concepts and the Structural Theory. Nueva York: International Universities Press.
- Clay, C. (2018). Laberintos: Emma, su matrimonio con Carl Jung y los primeros años del psicoanálisis. Madrid: Tres Puntos Ediciones.
- Frey-Rohn, L. (1991, 2006). De Freud a Jung. México: Fondo de Cultura Económica.
- Grünbaum, A. (1984). The Foundations of Psychoanalysis: A Philosophical Critique. University of California Press.