Cuantos años vive un pendejo

Como casi todos los venezolanos de la casi extinta clase media, he pensado en irme del país. Dos hijos pequeños, mi esposo y yo profesionales con varios idiomas entre pecho y espalda, saludables -gracias a Dios- y alguna cosa para vender, para, al mejor estilo noventoso, “marcar la milla”. Léase, irse del país a buscar no ya un futuro promisorio, sino estrictamente normal.

Quizá por eso a donde sea que vamos, aparte de la eterna conversación sobre las colas (tú que tienes, yo no consigo, hasta cuándo vamos a aguantar, los bachaqueros son una plaga, mi racionamiento de agua ya es de 5 días a la semana, Diosdado es la peste…) no pasa media hora sin que mi esposo y yo recibamos la pregunta de rigor “¿y ustedes qué hacen aquí?”.

Se queda uno paralizado, sin saber muy bien qué responder en este ambiente donde la huida ya no es un abstracto. La primera reacción es pensar “verdad ¿qué hacemos aquí?” y empieza a sentirse una irrefrenable calentura, primero en el pecho y después en la lengua, un rubor como de vergüenza por quedarse -o no conseguir como irse- en el país de la vida entera pero ahora desconocido, infestado de colas e historias tristes, desgarrado por la inseguridad e insólitas luchas por acetaminofén o una prueba de sangre, aderezado por el irrespeto sofocante de quienes nos gobiernan y sus pavorosas decisiones.

Se siente uno, básicamente, como un pendejo. El diccionario lo confirma “pendejo: adjetivo coloquial: tonto, estúpido, cobarde, pusilánime”. Y no es otra palabra porque después de hecha la pregunta sobre por qué seguimos en Venezuela viene la enumeración del dolor, pero también del “éxito” de los que se han ido. Porque vivir en un lugar con agua corriente y electricidad, trabajar para tener la dignidad de comprar un pan y que no te maten es el nuevo pináculo del logro.

“Fulanito no puede ver una bandera porque llora, pero en tres meses pudo alquilar un apartamentico y ya va a dar la cuota inicial del carro; la otra es doctora y mientras revalida su carrera hace de mesera, está contenta porque camina tranquila y no anda paranoica por la inseguridad”. Y así decenas de historias, padeceres más o menos, pero al menos no hacen cola para comprar harina y la vida ya no es un sobresalto mental.

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Claro que hay niveles de «pendejitud»: si quieres irte y no puedes, si quieres y aún estás aquí, si puedes (el “poder” lo determina los recursos y capacidad “legal” para dar el salto) irte y no lo has hecho y si quieres y puedes y no lo has hecho. Si estás en este estrato tienes un número extra para ganarte el premio al pendejo del año, según las nuevas reglas de las zonas urbanas.

¿Y qué pasa con el que no quiere irse? Ese sí que rompe la barrera de la lógica pues en la Venezuela de 2016 el que no quiere irse es una mezcla de pendejo con masoquista, algo que muy pocos están dispuestos a admitir públicamente.

Por eso, la respuesta de quienes sienten el síndrome ante la pregunta “¿has pensado en irte?” se dispara en automático: “claaaaaro”, a lo que le siguen una retahíla de peros, reales o imaginarios, que le sirven al pendejo en cuestión para explicarse por qué sigue en Venezuela y aplacar la curiosidad del preguntador. Y que quede claro, el pendejo no alaba al que se va ni al que se queda, no se identifica con el supuesto “heroísmo” de estos extremos, apenas se siente preso entre el amor a la patria y la curiosidad de ver cómo acaba esta pesadilla.

Foto: Fabiola Ferrero/El Estimulo

La cueva del Pendejo es un yacimiento arqueológico que se encuentra a unos 80 km al sur de Alamogordo, Nuevo México, y a unos 15 km al noreste del extremo sur de las Montañas de Sacramento. Según varios científicos, este sitio ofrece evidencias de ocupaciones humanas anteriores al período de la Cultura Clovis, aunque su antigüedad es controvertida por algunos.

Presentación general

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La cueva se abre en un acantilado de rocas calcáreas del pérmico dejadas sobre un cañón áspero por los antiguos lagos glaciares que atraían rebaños de bisonte, mamut, camélidos y caballos luego extintos. La cueva está orientada de norte a sur con 13 m de profundidad, 6 m de ancho y 8 m de altura. Antes de la excavación, el suelo estaba cubierto por 2,50 m de sedimentos. Se identificaron 22 unidades estratigráficas muy bien definidas en la cueva. Se han obtenidoo resultados de la datación por radiocarbono de 72 muestras de carbón de leña, madera u otros restos vegetales encontrados en el yacimiento, y 60 de tales dataciones se remontan al período pre-Clovis.

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La excavación de la cueva se llevó a cabo entre 1990 y 1993 bajo la dirección de Glenn DeGarmo, jefe de la Oficina de Gestión Ambiental de Nuevo México. Durante las excavaciones, los materiales recuperados han sido revisados por un panel interdisciplinario de especialidades científicas complementarias, como geología, climatología, paleontología, botánica y palinología (estudio de las esporas y el polen). De esta manera ha sido posible restaurar virtualmente el entorno natural y el medio ambiente en que vivieron los primeros habitantes del lugar.

Análisis científicos

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Un total de 171 muestras de carbón de leña, madera, huesos de animales transformados en herramientas, hojas, semillas, fibras y residuos, fueron recogidos de 19 de los 22 principales estratos para su datación por radiocarbono. Las muestras se colocaron en frascos estériles y se sellaron antes ser enviadas para su análisis en los laboratorios de la Universidad de California, en Los Ángeles, el Laboratorio de Investigación de la Universidad de Washington y al Laboratorio Nacional de Lawrence Livermore. Entre los hallazgos se destacan los siguientes:

  • Una punta de lesna o de lanza fue encontrada entre los huesos de un caballo de la especie extinguida Equus alaskae. Estaban en un estrato fechado en 36 000 años.
  • Un húmero de bisonte muestra cinco muescas de golpes de una piedra que ha sido datada en 51 000 años.
  • La falange de un caballo (Equus alaskae), que data de 32 000 años, fue encontrada preparada y hendida para ser hervida para la sopa, según una práctica común en las culturas antiguas.
  • Los cabellos humanos encontrados tienen una antigüedad de entre 12 000 y 20 000 años.
  • Hay huellas de dedos y palmas de manos humanas.

Controversias

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La edad y la naturaleza de algunos restos humanos hallados en la cueva Pendejo han sido cuestionadas por algunos autores:

  • Para Brian S. Shaffer y Barry W. Baker, las huellas de manos en la arcilla constituyen la única evidencia clara de la presencia humana y la datación de 36.000 años es cuestionable.

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  • Para Dena F. Dincauze, quien participó en las excavaciones, hay problemas graves de alteraciones postdeposicionales, asociados con la presencia de madrigueras de roedores que podrían haber provocado el desplazamiento de algunos restos de las capas de más edad.

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Véase también

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Referencias

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  1. « How Many Epidermal Ridges per Linear Centimeter? Comments on Possible Pre-Clovis Human Friction Skin Prints from Pendejo Cave », Brian S. Shaffer, Barry W. Baker, American Antiquity, Vol. 62, No. 3, 1997, pp. 559-560.

  2. « Regarding Pendejo Cave: Response to Chrisman et al », Dena F. Dincauze, American Antiquity, Vol. 62, No. 3, 1997, pp. 554-555.

Bibliografía

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  • MacNeish, Richard S. (comp.) and Jane G. Libby (ed.) 2006. Pendejo Cave, Anthropology / Archaeology, the Andover Foundation for Archaeological Research, University of New Mexico Press.
  • D. Chrisman, R.S. MacNeish, J. Mavalwala et H. Savage 1996. «Late pleistocene human friction skin prints from Pendejo Cave, New Mexico»; American antiquity 61. ISSN 0002-7316.

Enlaces externos

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English

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Etymology

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Borrowed from Spanish pendejo.

Noun

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pendejo (plural pendejos)

  1. (

    US

    ,

    slang

    ,

    derogatory

    )

    A stupid person.

Usage notes

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  • Typically only used by Spanish-speaking people.

Spanish

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Etymology

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From Vulgar Latin *pectinī̆culum, diminutive of Latin pecten (“pubic hair, comb”). The unexpected /nd/ may be due to the influence of pender (“hang down, dangle”). Compare Portuguese pentelho.

Pronunciation

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Noun

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pendejo m (plural pendejos)

  1. pubic hair

    (

    a single hair growing in the pubic region

    )

    vello púbico

Noun

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pendejo m (plural pendejos, feminine pendeja, feminine plural pendejas)

Usage notes

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  • Although in some contexts zonzo, bobo, tonto, menso, culero, tarado, idiota, imbécil, estúpido and pendejo may be synonyms, in most contexts they have a different degree of intensity, with zonzo having the mildest connotation, increasing in intensity in that rough order, to estúpido and pendejo, which have the most offensive meaning.

Derived terms

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Further reading

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  • “pendejo”, in Diccionario de la lengua española, Vigésima tercera edición, Real Academia Española, 2014

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