Donde tiene el oido la mantis religiosa

Si te has preguntado cómo es el sistema auditivo de la mantis religiosa, comúnmente llamadas santateresa o mamboretá, tenemos la respuesta en el Dato del Día. Este insecto tiene una manera única de escuchar.

La mantis religiosa es un insecto delgado y de forma alargada, que mide de 5 a 7.5 centímetros de largo. La coloración del cuerpo es verde brillante o marrón, y debido a ello es capaz de camuflarse perfectamente entre la espesura vegetal.Durante mucho tiempo, los zoólogos creyeron que estos animales no oían en absoluto, pero después de varios estudios, lograron descubrir que perciben frecuencias sonoras inaudibles para los humanos. Un ejemplo es que pueden detectar las frecuencias ultrasónicas que los murciélagos utilizan para cazar.

Las mantis religiosas no son sordas, pero son los únicos animales conocidos que oyen a través de un único canal. Esto quiere decir que únicamente tienen un oído.

Por otro lado, su único oído no se localiza en la cabeza, sino en el tórax. Al solo disponer de uno, hace que, aunque pueda oír, la mantis religiosa sea incapaz de detectar la dirección de donde proviene el sonido. Es por esta razón que su sistema auditivo es único.

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Las mantis religiosas no son sordas, pero son los únicos animales conocidos que oyen a través de un único canal. Esto es, podría decirse que, en esencia, solo tienen un oído. Los responsables del descubrimiento fueron los neurólogos estadounidenses David Yager y Ronald Hoy, de las universidades de Maryland y Cornell, respectivamente, que describieron sus hallazgos en la revista Science en la década de los 80. En su artículo apuntaban que la sensibilidad máxima de su sistema auditivo se produce a frecuencias de entre 25 y 45 kilohercios. Su límite se hallaría entre los 55 y 60 decibelios, una capacidad similar a la que presentan las polillas y los grillos.

Además, su oído no se localiza en la cabeza, sino en el tórax. Está compuesto por una cavidad auditiva con paredes complejas que contienen los órganos timpánicos; la membrana que constituye el tímpano recubre varios sacos aéreos cerrados formando una especie de tambores. Cuando las vibraciones golpean la superficie de estas bolsas, las células sensoriales dispuestas a su alrededor captan los estímulos y los transmiten al sistema nervioso.

Yager y Hoy también comprobaron que las mantis reaccionan rápidamente a los pulsos de ultrasonidos e incluso cambian su trayectoria de vuelo por su causa. Esta habilidad les permite escapar de los murciélagos insectívoros.

Imagen: Shiva shankar vía Wikimedia / CC

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Si sales de paseo durante el verano o el otoño por muchas partes del mundo, quizá te encuentres con uno de los insectos más intrigantes del planeta: las mantis religiosas. Pese a sus brazos serrados y sus ojos de extraterrestre, no suponen ninguna amenaza, a no ser que seas un insecto, un gecko o un colibrí.

Sydney Brannoch, experta en mantis del Museo de Historia Natural de Cleveland (Estados Unidos), explica que no es que las mantis religiosas de las Américas sean más abundantes a finales del verano y en otoño, sino que son más visibles.

«Ahora mismo, están buscando pareja, de forma que los machos podrían ser algo más activos, con más tendencia a volar», afirma Brannoch, que también es estudiante de doctorado en la Universidad Case Western Reserve. Estos animales también se han pasado el verano cazando y creciendo, mudando repetidas veces sus exoesqueletos y alcanzando alturas de hasta 15 centímetros.

A medida que los días se acortan en el hemisferio norte, solo tienen dos cosas en mente: comida y sexo.

Las parejas de las mantis

A veces, estos dos intereses se entrecruzan de forma brutal. Por el lado de la comida, un artículo publicado en 2020 en la revista científica Biology Letters evidenció que las mantis atacan como cazadores activos, calibrando sus movimientos para capturar de manera más eficiente a su presa.

Entre las tácticas de caza más llamativas, un estudio publicado en 2019 descubrió una especie de mantis que adopta una estrategia de mimetismo que la convierte en la primera especie documentada que imita, en coloración, comportamiento y morfología, a una avispa de colores llamativos.

En el lado del sexo, el cortejo de las mantis religiosas puede ser una aventura peligrosa: se ha documentado que las hembras arrancan la cabeza y devoran las partes del cuerpo de los machos con los que se aparean. Sin embargo, la frecuencia de dicha violencia podría haberse exagerado ligeramente.

«Primero, no todas las mantis religiosas canibalizan a sus parejas», afirma Brannoch. «Quizá ocurra si la hembra está pasando hambre o el macho la irrita. Pero no siempre lo hacen».

Mantis religiosa es el nombre científico de una especie de insecto mantodeo de la familia Mantidae comúnmente llamado santateresa, silbata, mamboretá, campamocha, tatadiós o simplemente mantis. Tiene una amplia distribución geográfica en todo el Viejo Mundo (Eurasia y África), con numerosas subespecies según las regiones. Se introdujo en Norteamérica en 1899, en un barco con plantones, y a pesar de ser una especie introducida, es el insecto oficial del estado estadounidense de Connecticut.[1]​

Descripción

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Hembra alimentándose.

Es un insecto de tamaño mediano de aproximadamente 6 a 7 cm, con un tórax largo y unas antenas delgadas. Tiene dos grandes ojos compuestos y tres ojos simples pequeños entre ellos. La cabeza puede girar hasta 180°. Sus patas delanteras, que mantiene recogidas delante de la cabeza, están provistas de espinas para sujetar a sus presas.

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Son animales solitarios excepto en la época de reproducción, cuando macho y hembra se buscan para aparearse. Cuando hay más de un macho cerca de una hembra, éstos se pelean y solo uno se aparea. Las hembras son más grandes que los machos. En la mayoría de ocasiones, durante o tras el apareamiento, la hembra se come al macho.

Pueden ser de color verde o pardo con distintos matices. El color del adulto lo determina el medio en el que habita durante su última muda (por ejemplo, amarillo, si se trata de paja seca, o verde, si es hierba fresca).[cita requerida]

Es el único animal conocido que cuenta con un único oído que está localizado en el tórax.[2]​

Subespecies

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Comportamiento

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Alcanzan un año de vida, durante el cual mudan seis veces antes de convertirse en adultos. Para mudar se suspenden de una rama, se desprenden de la cubierta exterior o exuvia y salen por la parte anterior de la última cutícula.

Este insecto no es venenoso. Utiliza sus fuertes patas delanteras para atrapar a sus presas y devorarlas vivas.

Alimentación

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Mantis religiosa alimentándose

Caza al acecho, permanece inmóvil con las patas delanteras juntas (por lo que parece que está rezando), a la espera de que una presa se acerque. Cuando otro insecto se posa junto a ella, lo observa girando la cabeza (las mantis tienen muy buena vista) y lanzándose al ataque de inmediato. Hay un tipo de arte marcial inspirado en su forma de atacar.[4]​ Sus patas delanteras sujetan a la víctima y la mantis comienza a alimentarse de ella inmediatamente, incluso si su presa sigue luchando para escapar. La rapidez de sus patas delanteras es tal que puede atrapar moscas en vuelo.

Las presas pueden ser devoradas en parte o en su totalidad, y dejan únicamente como restos del festín patas, alas o élitros, que la mantis deja caer al suelo. Para alimentarse, es capaz de cazar ranas, lagartijas, pequeños ratones, polillas y colibríes.[5]​

Si bien tienen preferencias por animales vivos para su alimentación, en cautiverio también pueden llegar a alimentarse de insectos muertos, siempre que alguien se los acerque a sus patas raptoras o boca, aunque su actividad predadora se ve disminuida.[cita requerida]

Mantis religiosa poniendo huevos.

Reproducción

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En la época de apareamiento, la hembra, segrega feromonas, con lo que atrae al macho y es el único momento en el que machos y hembras se reúnen. Durante este período, las hembras, se vuelven muy agresivas y en ocasiones acaban por comer a su compañero durante o después del apareamiento, empezando por la cabeza y evitando dañar las zonas del sistema nervioso encargadas de la reproducción (si es durante esta). Este comportamiento está bastante mitificado ya que si bien se da con relativa frecuencia, se practica en cautiverio y es muy raro en libertad. La cópula dura unas dos horas.[cita requerida]

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En el apareamiento, en primer lugar, el macho rodea a la hembra hasta saltar sobre su dorso y poner en contacto sus antenas con las de la hembra. A continuación, el macho pone en contacto sus estructuras genitales con las de la hembra y deposita el espermatóforo en el interior de esta.[cita requerida]

La puesta de los huevos se realiza en otoño y los huevos eclosionan en primavera. Pone sus huevos en montoncitos espumosos (ootecas), que adhiere a una ramita. La espuma se endurece pronto y protege los huevos hasta que se abren. Cada saco puede albergar entre doscientos y trescientos huevos pero solo unos pocos sobreviven, ya que entre ellos impera el canibalismo juvenil, perecen los que tardan en escapar de sus hermanos, disminuyendo la tasa de supervivencia.[cita requerida]

Relación con el ser humano

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La relación entre la mantis religiosa y el ser humano ha sido un tanto contradictoria ya que, por un lado, ha despertado la curiosidad y la admiración, y por otro suscita la desconfianza y el miedo; sin embargo, la mantis religiosa no es venenosa para los seres humanos y tampoco transmite enfermedades.[6]​ Las mantis religiosas ven imágenes en tercera dimensión, y solo se fijan en los movimientos para cazar a sus presas, por ende, si una mantis religiosa se posara en un humano sería solo para satisfacer sus necesidades alimenticias.[7]​[6]​

Además de Mantis religiosa, se cría en cautividad a otros miembros de la familia de los mántidos, como Sphodromantis viridis (gran mantis africana).[cita requerida]

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Mantis religiosa, santateresa, teresa, campamocha o mecedora (México), esperanza (República Dominicana), tara, cerbatana (Venezuela, Daimiel y Malagón en Ciudad Real), usamico, Mboi sy (en guaraní, Paraguay), tatadiós Córdobes, mamboretá (Argentina, Uruguay), comepiojos, matapiojos, matacaballo, armacaballo, labadio (Colombia), maríagarcía (Porcuna, Jaén), arcalabatruca (Mijas, Málaga), marirramos (Maragateria, León), muerte (Arroba de los Montes, Ciudad Real), caballito del diablo (Villarrubia de los Ojos y Fuente el Fresno, Ciudad Real), silbata (Viso del Marqués, Ciudad Real) o mula del diablo (zonas rurales de Costa Rica).[cita requerida]

Galería de imágenes

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Referencias

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Enlaces externos

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