
The Miracle Worker (en España, El milagro de Ana Sullivan; en Argentina, Ana de los milagros; en México, Un milagro para Helen; en el resto de Hispanoamérica, La maestra milagrosa) es una película estadounidense de 1962[2] que relata la historia de la maestra Anne Sullivan y sus primeros intentos por enseñar a comunicarse a la joven sordociega Helen Keller.
Dirigida por Arthur Penn, el guion fue basado en la obra de teatro homónima de William Gibson, estrenada en 1959; que a su vez adaptaba del guion del drama televisivo de 1957 escrito por Gibson y emitido como episodio de la serie de antología de la CBS Playhouse 90. La historia está inspirada en la autobiografía de Helen Keller, The Story of My Life, publicada en 1903.
La película contó con las actuaciones de Anne Bancroft como Sullivan y Patty Duke como Keller, ambas quienes habían protagonizado la obra teatral en los mismos roles. The Miracle Worker se convirtió en un instantáneo éxito de crítica, con un moderado éxito comercial. Bancroft y Duke serían premiadas como mejor actriz y mejor actriz de reparto en la 35ª ceremonia de los Premios Óscar, respectivamente. Actualmente, The Miracle Worker posee una puntuación perfecta del 100% del sitio de críticos de cine Rotten Tomatoes[3] y se encuentra en el puesto número 15 en el catálogo del American Film Institute a 100 películas más inspiradoras de Estados Unidos.
Sinopsis
[
editar
]
La joven Helen Keller (Patty Duke), una joven sordociega desde la infancia debido a un caso grave de escarlatina, se ve frustrada por su incapacidad para comunicarse y, como resultado, sufre frecuentes arrebatos violentos e incontrolables. Incapaces de tratar con ella, sus padres aterrorizados e indefensos se ponen en contacto con la Escuela Perkins para Ciegos para obtener ayuda. En respuesta envían a Anne Sullivan (Anne Bancroft), una exalumna, a la casa de Keller para enseñarle. Lo que sigue es una batalla de voluntades cuando Anne derriba los muros de silencio y oscuridad de Helen a través de la persistencia, el amor y su dura obstinación. En medio de la batalla, Anne finalmente le enseña a Helen a hacer una conexión entre las señales de sus manos y los objetos en el mundo.
Reparto
[
editar
]
Producción
[
editar
]
A pesar de que Anne Bancroft había ganado el Premio Tony a la mejor actriz principal en una obra de teatro por su actuación en la producción de Broadway, los ejecutivos de United Artists querían un nombre más importante para el papel de Anne Sullivan en la adaptación cinematográfica. Ofrecieron un presupuesto de US$5.000.000 millones si Elizabeth Taylor era elegida, pero solo US$500.000 después de que el director Arthur Penn insistiera en que el papel le fuera otorgado a Bancroft. Penn, quien había dirigido la producción teatral, se mantuvo leal a su estrella. La selección dio sus frutos, y Bancroft ganó un Óscar por su papel en la película.
Además, a pesar del hecho de que Patty Duke había interpretado a Helen Keller en la obra, casi no obtuvo el papel. La razón era que Duke, que tenía 15 años en ese momento, era considerada demasiado mayor para interpretar a una niña de siete años; pero luego de que Bancroft fuera elegida como Anne, Duke fue elegida para interpretar a Helen en la película.
Para la escena de la batalla del comedor, en la que Anne trata de enseñarle a Helen buenos modales en la mesa, tanto Bancroft como Duke llevaban un relleno debajo de sus vestuarios para evitar contusiones graves durante la intensa escaramuza física. La secuencia de nueve minutos requirió tres cámaras y tomó cinco días en ser filmada.[4] Para el filme, al igual que para la obra de teatro, fue utilizada la tradicional canción de cuna de los Estados Unidos «Hush, Little Baby».
La película se rodó en Big Sky Ranch en Simi Valley, California y Middletown, Nueva Jersey.
Acogida de la crítica
[
editar
]
En su reseña en The New York Times, Bosley Crowther observó:
The Miracle Worker, se repite por ellas en la película (…) pero porque los encuentros físicos entre las dos (…) parecen ser más frecuentes y prolongados de lo que eran en la obra y se muestran en primeros planos, que arrojan la pasión y la violencia directamente en su regazo, la brusquedad del drama se vuelve más dominante de lo que era en el escenario (…) los moretones se encuentran entre las dos (…) son intensamente significativos del drama y provocan una fuerte respuesta emocional. Pero la intensidad misma de ellos y el hecho de que es difícil ver la diferencia entre la lucha violenta para obligar al niño a obedecer (…) y la lucha violenta para hacer que ella comprenda las palabras, contribuye a la igualdad en estos encuentros y, finalmente, a una monotonía agotadora. Esta es la desventaja de tanta energía. Sin embargo, el desempeño de la señorita Bancroft cobra vida y revela a una mujer maravillosa con gran humor y compasión, así como con habilidades atléticas. Y la pequeña señorita Duke, en esos momentos en que frenéticamente jadea su desconcierto y su desesperación a tientas, es espantosa y lamentable.
[
5
]
La exhibición absolutamente tremenda e inolvidable de una actuación físicamente poderosa que Anne Bancroft y Patty Duke presentaron en la obra teatral de William Gibson,, se repite por ellas en la película (…) pero porque los encuentros físicos entre las dos (…) parecen ser más frecuentes y prolongados de lo que eran en la obra y se muestran en primeros planos, que arrojan la pasión y la violencia directamente en su regazo, la brusquedad del drama se vuelve más dominante de lo que era en el escenario (…) los moretones se encuentran entre las dos (…) son intensamente significativos del drama y provocan una fuerte respuesta emocional. Pero la intensidad misma de ellos y el hecho de que es difícil ver la diferencia entre la lucha violenta para obligar al niño a obedecer (…) y la lucha violenta para hacer que ella comprenda las palabras, contribuye a la igualdad en estos encuentros y, finalmente, a una monotonía agotadora. Esta es la desventaja de tanta energía. Sin embargo, el desempeño de la señorita Bancroft cobra vida y revela a una mujer maravillosa con gran humor y compasión, así como con habilidades atléticas. Y la pequeña señorita Duke, en esos momentos en que frenéticamente jadea su desconcierto y su desesperación a tientas, es espantosa y lamentable.
TV Guide calificó a la película con 4½ de las cinco estrellas posibles y la califica como «un viaje desgarrador, dolorosamente sincero, a veces violento, con una actuación y un rendimiento asombrosos».[6]
Time Out London opinó:
[
7
]
Es un trabajo asombrosamente impresionante (…) que deriva gran parte de su poder de las actuaciones. Patty Duke y Anne Bancroft se encienden mutuamente con una violencia y honestidad emocional que rara vez se ve en el cine, encendiendo soledad, vulnerabilidad y simple miedo. Lo que de hecho es asombroso es el modo en que, mientras construye un melodrama muy cuidadosamente dirigido e inteligentemente escrito, Penn logra evitar el sentimentalismo o incluso el optimismo indebido sobre el valor de la educación de Helen y el camino. Logra tal sentimiento de cruda espontaneidad en la actuación.
Premios
[
editar
]
Premios Óscar
[
editar
]
En la 35.ª ceremonia de los Premios Óscar, The Miracle Worker fue nominada en cinco categorías, obteniendo dos premios.[8][9]
Otros premios
[
editar
]
Bancroft se haría merecedora del BAFTA a la mejor actriz extranjera y la Concha de Plata a la mejor actriz del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, donde Arthur Penn ganaría el OCIC Award. Penn también sería galardonado con el Premio Grand Prix del Belgian Film Critics Association.
La película sería nominada al BAFTA a la mejor película de cualquier fuente y el Globo de Oro a la mejor película – Drama, Bancroft al Globo de Oro a la mejor actriz – Drama, Duke al Globo de Oro a la mejor actriz de reparto, Penn al Premio del Sindicato de Directores a la mejor dirección y el guionista William Gibson a los Premios WGA.
A su vez, The Miracle Worker fue reconocida por el American Film Institute en los siguientes listados:
Referencias
[
editar
]
Enlaces externos
[
editar
]
Una vez solas Sullivan comenzó a desarrollar un método educativo que consistía en hacer que Helen tocase un objeto para después deletrear su nombre sobre la palma de su mano en un intento de hacerle comprender que cada cosa tenía un nombre. Pero el mundo interior de Helen estaba vacío y la frustración por la falta de resultados comenzaba a hacer mella.
Hasta que un día tras pasear cerca de una fuente, Anne colocó la mano de Helen bajo el agua y deletreó sobre ella la palabra “agua” y de pronto, aquella primera palabra infantil que según sus padres había sido pronunciada de manera tan temprana que casi parecía un milagro, brotó en ella como el líquido de la propia fuente. Agua. “De golpe el misterio del lenguaje me fue revelado”, escribió sobre aquel momento.
Aquel día, después de que el agua hiciese la luz, Helen aprendió más palabras: madre, padre, hermana, maestra… por primera vez se acostó deseando que amaneciese cuanto antes.
Lo que vivió tras aquella catarsis no fue más sencillo, pero sí muy gozoso para una niña ávida de conocimiento. Gracias al esfuerzo de Sullivan, que diseñó unas cartulinas con relieves, Keller empezó a leer y un nuevo mundo se abrió para ella. Matemáticas, zoología, botánica, historia, griego, francés, alemán, latín…ningún saber esquivaba su interés.
Era una lectora voraz. Gracias al sistema Braile pudo imbuirse en la obra de Homero, Kipling y Shakespeare. Pero también tenía aficiones «físicas» como la natación, el piragüismo, el senderismo o el teatro. Nada le era ajeno y siempre buscaba nuevos retos.
Una vez abordada con éxto la lectura se propuso recuperar el habla y pronunció sus primeras palabras gracias al método de otra ilustre profesora de la Institución Perkins Sarah Fuller: «Me tomaba la mano, que pasaba ligeramente sobre su rostro, haciéndome palpar las posiciones de su lengua y de sus labios, mientras que ella profería un sonido simple articulado».
Tras once lecciones pronunció su primera frase: «Hace calor». Bromeó con el hecho de que sólo Sarah Fuller y Anna Sullivan la entendieron, pero aquel era un paso inimaginable para aquella niña que parecía condenada a una vida de aislamiento.
A los 16 años siguió cumpliendo sueños y se matriculó en la Escuela Cambridge para preparar el ingreso en Radcliffe, el centro femenino de la Universidad de Harvard, en el que se graduó con honores. Fue la primera mujer sordociega en conseguirlo.Sus estudios fueron financiados por Henry Huttleston Rogers, propietario de la Standar Oil, el millonario conocía la historia de Keller gracias a la curiosa amistad que unía a esta con el escritor Mark Twain. Allí empezó también su amor por la escritura. En 1903 publicó sus memorias que fueron editadas por John Albert Macy el que por entonces era marido de Anna Sullivan. Nunca dejó de escribir y publicar.
En Radcliffe surgió otra de sus grandes pasiones, el activismo. Tras tomar conciencia de la situación de los ciegos que pertenecían a las clases más humildes y de la estrecha relación entre discapacidad y pobreza se interesó por los derechos de los trabajadores y comenzó a apoyar los movimientos socialistas femeninos. Esto le llevó a ser investigada por el FBI y verse incluida en una lista de «comunistas peligrosos». También luchó por el voto femenino, se interesó por los derechos de los afroamericanos y por la neutralidad de los Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial. Profundamente pacifista, años después visitó Hiroshina y Nagasaki donde dio discursos contra la guerra. Sus ideales fueron motivo de burla en los periódicos, los mismos que habían alabado su capacidad de superación y la habían convertido en un icono nacional.