Los motivos del lobo

—Hermano Francisco, no te acerques mucho…
Yo estaba tranquilo allá en el convento;
al pueblo salía,
y si algo me daban estaba contento
y manso comía.
Mas empecé a ver que en todas las casas
estaban la envidia, la saña, la ira,
y en todos los rostros ardían las brasas
de odio, de lujuria, de infamia y mentira.
Hermanos a hermanos hacían la guerra,
perdían los débiles, ganaban los malos,
hembra y macho eran como perro y perra,
y un buen día todos me dieron de palos.
Me vieron humilde, lamía las manos
y los pies. Seguía tus sagradas leyes,
todas las criaturas eran mis hermanos:
los hermanos hombres, los hermanos bueyes,
hermanas estrellas y hermanos gusanos.
Y así, me apalearon y me echaron fuera.
Y su risa fue como un agua hirviente,
y entre mis entrañas revivió la fiera,
y me sentí lobo malo de repente;
más siempre mejor que esa mala gente.
y recomencé a luchar aquí,
a me defender y a me alimentar.
Como el oso hace, como el jabalí,
que para vivir tienen que matar.
Déjame en el monte, déjame en el risco,
déjame existir en mi libertad,
vete a tu convento, hermano Francisco,
sigue tu camino y tu santidad.

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* Félix Rubén García Sarmiento adoptó el apellido de Los Daríos, con que era reconocida su familia paterna en su natal León, Nicaragua. Poeta, periodista y diplomático, es el máximo representante del modernismo literario. Abrevó de la poesía francesa, de la cual adoptó el verso alejandrino. Ávido lector y escritor desde su primera infancia y, desde su juventud, defensor de la libertad, la justicia y la democracia. A Abrojos, su primer poemario publicado a sus 20 años, le sucedieron Azul, Los raros, Cantos de vida y esperanza, los cisnes y otros poemas, Prosas profanas y otros poemas y Canto a la Argentina y otros poemas, además de libros de crónicas y autobiográficos.

El varón que tiene corazón de lis, 1
alma de querube, lengua celestial, 2
el mínimo y dulce Francisco de Asís, 3
está con un rudo y torvo animal, 4
bestia temerosa, de sangre y de robo, 5
las fauces de furia, los ojos de mal: 6
el lobo de Gubbia, el terrible lobo, 7
rabioso, ha asolado los alrededores; 8
cruel ha deshecho todos los rebaños; 9
devoró corderos, devoró pastores, 10
y son incontables sus muertes y daños. 11

Fuertes cazadores armados de hierros 12
fueron destrozados. Los duros colmillos 13
dieron cuenta de los más bravos perros, 14
como de cabritos y de corderillos. 15

Francisco salió: 16
al lobo buscó 17
en su madriguera. 18
Cerca de la cueva encontró a la fiera 19
enorme, que al verle se lanzó feroz 20
contra él. Francisco, con su dulce voz, 21
alzando la mano, 22
al lobo furioso dijo: ?¡Paz, hermano 23
lobo! El animal 24
contempló al varón de tosco sayal; 25
dejó su aire arisco, 26
cerró las abiertas fauces agresivas, 27
y dijo: ?¡Está bien, hermano Francisco! 28
¡Cómo! ?exclamó el santo?. ¿Es ley que tú vivas 29
de horror y de muerte? 30
¿La sangre que vierte 31
tu hocico diabólico, el duelo y espanto 32
que esparces, el llanto 33
de los campesinos, el grito, el dolor 34
de tanta criatura de Nuestro Señor, 35
no han de contener tu encono infernal? 36
¿Vienes del infierno? 37
¿Te ha infundido acaso su rencor eterno 38
Luzbel o Belial? 39
Y el gran lobo, humilde: ?¡Es duro el invierno, 40
y es horrible el hambre! En el bosque helado 41
no hallé qué comer; y busqué el ganado, 42
y en veces comí ganado y pastor. 43
¿La sangre? Yo vi más de un cazador 44
sobre su caballo, llevando el azor 45
al puño; o correr tras el jabalí, 46
el oso o el ciervo; y a más de uno vi 47
mancharse de sangre, herir, torturar, 48
de las roncas trompas al sordo clamor, 49
a los animales de Nuestro Señor. 50
Y no era por hambre, que iban a cazar. 51
Francisco responde: ?En el hombre existe 52
mala levadura. 53
Cuando nace viene con pecado. Es triste. 54
Mas el alma simple de la bestia es pura. 55
Tú vas a tener 56
desde hoy qué comer. 57
Dejarás en paz 58
rebaños y gente en este país. 59
¡Que Dios melifique tu ser montaraz! 60
?Está bien, hermano Francisco de Asís. 61
?Ante el Señor, que todo ata y desata, 62
en fe de promesa tiéndeme la pata. 63
El lobo tendió la pata al hermano 64
de Asís, que a su vez le alargó la mano. 65
Fueron a la aldea. La gente veía 66
y lo que miraba casi no creía. 67
Tras el religioso iba el lobo fiero, 68
y, baja la testa, quieto le seguía 69
como un can de casa, o como un cordero. 70

Francisco llamó la gente a la plaza 71
y allí predicó. 72
Y dijo: ?He aquí una amable caza. 73
El hermano lobo se viene conmigo; 74
me juró no ser ya vuestro enemigo, 75
y no repetir su ataque sangriento. 76
Vosotros, en cambio, daréis su alimento 77
a la pobre bestia de Dios. ?¡Así sea!, 78
contestó la gente toda de la aldea. 79
Y luego, en señal 80
de contentamiento, 81
movió testa y cola el buen animal, 82
y entró con Francisco de Asís al convento. 83

*

Algún tiempo estuvo el lobo tranquilo 84
en el santo asilo. 85
Sus bastas orejas los salmos oían 86
y los claros ojos se le humedecían. 87
Aprendió mil gracias y hacía mil juegos 88
cuando a la cocina iba con los legos. 89
Y cuando Francisco su oración hacía, 90
el lobo las pobres sandalias lamía. 91
Salía a la calle, 92
iba por el monte, descendía al valle, 93
entraba en las casas y le daban algo 94
de comer. Mirábanle como a un manso galgo. 95
Un día, Francisco se ausentó. Y el lobo 96
dulce, el lobo manso y bueno, el lobo probo, 97
desapareció, tornó a la montaña, 98
y recomenzaron su aullido y su saña. 99
Otra vez sintióse el temor, la alarma, 100
entre los vecinos y entre los pastores; 101
colmaba el espanto los alrededores, 102
de nada servían el valor y el arma, 103
pues la bestia fiera 104
no dio treguas a su furor jamás, 105
como si tuviera 106
fuegos de Moloch y de Satanás. 107

Cuando volvió al pueblo el divino santo, 108
todos lo buscaron con quejas y llanto, 109
y con mil querellas dieron testimonio 110
de lo que sufrían y perdían tanto 111
por aquel infame lobo del demonio. 112

Francisco de Asís se puso severo. 113
Se fue a la montaña 114
a buscar al falso lobo carnicero. 115
Y junto a su cueva halló a la alimaña. 116
?En nombre del Padre del sacro universo, 117
conjúrote ?dijo?, ¡oh lobo perverso!, 118
a que me respondas: ¿Por qué has vuelto al mal? 119
Contesta. Te escucho. 120
Como en sorda lucha, habló el animal, 121
la boca espumosa y el ojo fatal: 122
?Hermano Francisco, no te acerques mucho… 123
Yo estaba tranquilo allá en el convento; 124
al pueblo salía, 125
y si algo me daban estaba contento 126
y manso comía. 127
Mas empecé a ver que en todas las casas 128
estaban la Envidia, la Saña, la Ira, 129
y en todos los rostros ardían las brasas 130
de odio, de lujuria, de infamia y mentira. 131
Hermanos a hermanos hacían la guerra, 132
perdían los débiles, ganaban los malos, 133
hembra y macho eran como perro y perra, 134
y un buen día todos me dieron de palos. 135
Me vieron humilde, lamía las manos 136
y los pies. Seguía tus sagradas leyes, 137
todas las criaturas eran mis hermanos: 138
los hermanos hombres, los hermanos bueyes, 139
hermanas estrellas y hermanos gusanos. 140
Y así, me apalearon y me echaron fuera. 141
Y su risa fue como un agua hirviente, 142
y entre mis entrañas revivió la fiera, 143
y me sentí lobo malo de repente; 144
mas siempre mejor que esa mala gente. 145
y recomencé a luchar aquí, 146
a me defender y a me alimentar. 147
Como el oso hace, como el jabalí, 148
que para vivir tienen que matar. 149
Déjame en el monte, déjame en el risco, 150
déjame existir en mi libertad, 151
vete a tu convento, hermano Francisco, 152
sigue tu camino y tu santidad. 153

El santo de Asís no le dijo nada. 154
Le miró con una profunda mirada, 155
y partió con lágrimas y con desconsuelos, 156
y habló al Dios eterno con su corazón. 157
El viento del bosque llevó su oración, 158
que era: Padre nuestro, que estás en los cielos… 159

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