Pacto de ostende

El Pacto de Ostende fue el acuerdo firmado el 16 de agosto de 1866 en la ciudad belga de Ostende por el Partido Progresista y por el Partido Demócrata, por iniciativa del general progresista Juan Prim, para derribar la monarquía de Isabel II de España. Este pacto, al que a principios de 1868 se sumó la Unión Liberal, fue el origen de «La Gloriosa», la revolución que en septiembre de 1868 depuso a la reina española.

Antecedentes

[

editar

]

Artículo principal:

Crisis final del reinado de Isabel II

En junio de 1866 tuvo lugar una insurrección en Madrid para acabar con la Monarquía de Isabel II que fue dominada por el gobierno de la Unión Liberal del general Leopoldo O’Donnell y que fue conocida como la sublevación del Cuartel de San Gil, porque fueron los sargentos de este cuartel de artillería los que protagonizaron el alzamiento. Al mes siguiente la reina Isabel II, destituyó al general O’Donnell por considerar que había sido demasiado blando con los insurrectos, a pesar de que habían sido fusilados 66 de ellos, y nombró para sustituirle al general Narváez, líder del Partido Moderado.[1]​

Narváez adoptó de forma repentina inmediatamente una política autoritaria y represiva lo que hizo imposible el turno en el poder con la Unión Liberal de O’Donnell, que entonces optó por hacer el «vacío en Palacio» -según la expresión del propio O’Donnell-, lo que significaba el retraimiento en el Senado, pero a lo que se negó en rotundo el líder unionista fue a pactar ninguna iniciativa con los progresistas con los que estaba «dolido por los acontecimientos del Cuartel de San Gil, en especial con Prim», líder del Partido Progresista y de la coalición de fuerzas que pretendía el derrocamiento de Isabel II. Solo tras la muerte de O’Donnell en noviembre de 1867, se sumaría la Unión Liberal -liderada entonces por el general Serrano- al pacto de Ostende que habían firmado un año antes progresistas y demócratas. ​

El pacto

[

editar

]

El pacto de Ostende entre progresistas y demócratas, que recibe su nombre por el de la ciudad de Bélgica donde se firmó el 16 de agosto de 1866, constaba de dos puntos: ​

2º, nombramiento de una asamblea constituyente, bajo la dirección de un Gobierno provisorio, la cual decidiría la suerte del país, cuya soberanía era la ley que representase, siendo elegida por directo.

1º, destruir lo existente en las altas esferas del poder;2º, nombramiento de una asamblea constituyente, bajo la dirección de un Gobierno provisorio, la cual decidiría la suerte del país, cuya soberanía era la ley que representase, siendo elegida por sufragio universal

La ambigua redacción del primer punto permitía incorporar al mismo a otras personalidades y fuerzas políticas. Así, tras el fallecimiento de O’Donnell, Prim y Serrano -paradójicamente, el mismo militar que había dirigido la represión de la sublevación del cuartel de San Gil- firmaron un acuerdo en marzo de 1868 por el que la Unión Liberal se sumaba al mismo. «Con esto la Unión Liberal aceptaba la entrada en un nuevo proceso constituyente y en la búsqueda de una nueva dinastía, y, según el punto segundo [del pacto de Ostende], la soberanía única de la nación y el sufragio universal». ​ Según Josep Fontana, la aproximación del general Serrano «al grupo de progresistas y demócratas que habían negociado el Pacto de Ostende» se debió a que «estaba dolido por la ofensa que se le había hecho [el gobierno] al arrestarle [por haber encabezado un escrito a la reina en la que se pedía la reapertura de las Cortes] y le preocupaba además, como presidente del consejo de administración de Ferrocarriles del Norte, conseguir auxilios del gobierno para una empresa cuya cuenta general de explotación registró pérdidas en 1866 y 1867».[3]​

READ  Diagrama de bode

El fin del pacto era derrocar a la reina y a su régimen y el establecimiento de unos derechos fundamentales, entre los que destacan el sufragio universal, inspirado por los demócratas. Una vez conquistado el poder se formarían unas Cortes Constituyentes que establecerían la forma de gobierno desde entonces: monarquía o república. Como consecuencia del pacto se creó un comité de acción entre los partidos Progresista y Demócrata, este con Cristino Martos a la cabeza, bajo la presidencia de Prim y de acuerdo con el también progresista Salustiano Olózaga.

La respuesta de Narváez fue acentuar su política autoritaria. Las Cortes cerradas en julio de 1866 no volvieron a abrirse porque fueron disueltas y se convocaron nuevas elecciones para principios de 1867. La «influencia moral» del gobierno dio una mayoría tan aplastante a los diputados ministeriales que la Unión Liberal, lo más parecido a una oposición parlamentaria, quedó reducida a cuatro diputados. Además en el nuevo reglamento de las Cortes aprobado en junio de 1867, tres meses después de haber sido abiertas, se suprimió el voto de censura, reduciendo así sensiblemente su capacidad para controlar al gobierno.[4]​ Asimismo las Cortes declararon al gobierno «libre de responsabilidad» de lo que hubiera hecho o legislado por decreto cuando estaban cerradas, lo que fue calificado por un diputado de la oposición como un «golpe de estado».[5]​

Cuando se cerró estaban presentes, entre otros, los militares Juan Prim, Blas Pierrad, Lorenzo Milans del Bosch y Manuel Pavía y Rodríguez de Alburquerque y los políticos Juan Contreras y Román, Práxedes Mateo Sagasta, Manuel Ruiz Zorrilla, Eugenio García Ruiz, Carlos Rubio y Colell, Francisco de Paula Montemar y Manuel Becerra y Bermúdez.[6]​

Consecuencias

[

editar

]

Artículo principal:

Sexenio Democrático

El pacto constituyó el paso previo de la Revolución de 1868, la llamada Gloriosa, que acabó con la monarquía de Isabel II, obligada a exiliarse en Francia, e inició el período denominado Sexenio Democrático que se prolongará hasta diciembre de 1874. Este periodo se dividió en tres partes:

  1. 1868-1870. Empieza con la revolución del 1868, en la que el almirante Topete se alzará contra Isabel II y se reunirá con Prim y Serrano. Tras el exilio de Isabel, Prim y Serrano encabezarán el gobierno provisional, y se aprobará la constitución de 1869 con muchas características liberales y democráticas. Se otorga el sufragio universal masculino, gran declaración de derechos de los ciudadanos, división de poderes… Será bicameral, progresista y admitirá la tolerancia religiosa.
  2. 1871-1873. El reinado de Amadeo I que acabará abdicando en febrero de 1873.
  3. En febrero de 1873 empezará la 1.ª República hasta que el pronunciamiento del general Arsenio Martínez Campos en Sagunto de paso a la Restauración borbónica en España.
READ  Leyendas de tijuana

Referencias

[

editar

]

Bibliografía

[

editar

]

  • La época del liberalismo. Vol. 6 de la Historia de España, dirigida por Josep Fontana y Ramón Villares. Barcelona: Crítica/Marcial Pons. ISBN 978-84-8432-876-6.Fontana, Josep (2007).. Barcelona: Crítica/Marcial Pons.

     

  • El fin del Antiguo Régimen (1808-1868). Política y sociedad. Madrid: Síntesis. ISBN 978-84-975651-5-8.

    Fuentes, Juan Francisco (2007).. Madrid: Síntesis.

     

  • Progreso y Libertad. El Partido Progresista en la Revolución Liberal Española. Madrid: Alianza Editorial. ISBN 84-206-6768-4.Vilches, Jorge (2001).. Madrid: Alianza Editorial.

     

Véase también

[

editar

]

El Pacto de Ostende terminaría cuajando con la Revolución Gloriosa de septiembre de 1868, que abriría una nueva e intensa etapa conocida como el Sexenio Democrático.

@Montagut5 | El Pacto de Ostende, firmado el 16 de agosto de 1866 en la ciudad belga en el Flandes Occidental del mismo nombre, supone un hecho fundamental en el proceso de crisis final del régimen isabelino en España, al unir a los progresistas y demócratas en el empeño de derribar dicho régimen, y al que se incorporaría la Unión Liberal, una vez fallecido el general O’Donnell.

El Pacto nació a raíz del fracaso de la sublevación de los sargentos del Cuartel de San Gil en el mes de junio de 1866. La reina destituyó a O’Donnell al considerar que pretendía ser demasiado condescendiente con los sublevados. En efecto, O`Donnell intentó hacer ver a Isabel II la necesidad de no derramar tanta sangre. Al final fueron fusilados 66 militares.

Isabel II optó por la solución más conservadora, recurriendo, una vez más a Narváez y los moderados. Esa opción autoritaria generó una profunda crisis en el régimen político, ya que la Unión Liberal, recién apeada del poder, consideró que no podía seguir siendo alternativa de poder, por lo que el partido optó por lo que se denominó el “vacío en Palacio”. El propio O’Donnell, desengañado con la reina, se marchó a Biarritz, pero, en realidad, no quería ir más allá. Por un lado, deseaba manifestar a la Corona su disgusto, pero no quería acercarse a los progresistas de Prim, precisamente por la sublevación, organizada por ellos.

Los progresistas y demócratas consideraron que era conveniente aunar fuerzas si se quería terminar con la Monarquía de Isabel II, a pesar de las diferencias ideológicas que existían entre ambas formaciones. No olvidemos que el Partido Demócrata nació en 1849 de una escisión del Progresista, al defender un programa basado en el reconocimiento del sufragio universal, el desarrollo de los derechos, y el inicio de políticas de cierto calado social a favor de los más desfavorecidos, especialmente en relación con la educación. En todo caso, el acercamiento ya había comenzado antes de la sublevación de San Gil, en el año anterior, aunque no se había avanzado. Pero la situación generó la necesidad de limar asperezas sobre unos mínimos. Efectivamente, el Pacto se consiguió sobre dos puntos. En primer lugar, “destruir lo existente en las altas esferas del poder”, y, en segundo lugar, la creación de un gobierno provisional y la elección de una cámara constituyente por sufragio universal directo para definir el nuevo régimen político. La virtud del acuerdo residía en la ambigüedad del primer punto, ya que permitía que se pudieran sumar otras fuerzas políticas o personalidades destacadas descontentas con el estado de cosas en España. Ese fue el caso de la propia Unión Liberal después de la desaparición de O’Donnell a principios de noviembre de 1867, el principal obstáculo para incorporar a la formación centrista a la oposición real. Este hecho permitiría que en 1868 Prim firmara con Serrano, que había sustituido al fallecido en la dirección del partido, un acuerdo por el que se sumaba al Pacto de Ostende. La Unión Liberal aceptaba terminar con el reinado, buscar otra dinastía, y entrar en un proceso constituyente. La figura de Serrano es un tanto peculiar en este asunto. Había sido protagonista indiscutible en la represión de la sublevación de San Gil, lo que le valió altos honores, pero se enemistó con el gobierno porque había sido arrestado al encabezar una petición a la reina para la reapertura de las Cortes, además de que, al parecer, y siguiendo a Josep Fontana, veía con preocupación sus intereses económicos en la empresa de Ferrocarriles del Norte, en plena crisis de estas compañías y que arrastraron a bancos y sociedades financieras. Esta crisis había comenzado en el otoño de 1864. Fue una crisis con novedades propias del capitalismo, derivadas de la especulación, pero con otra faceta de crisis de subsistencias, más vinculada a la persistencia de una economía muy atrasada, y aún agrícola. Como no podía de ser de otra manera, los problemas económicos serían un factor fundamental a la hora de explicar el final del régimen liberal isabelino.

READ  Diferencia entre sapo y rana

El Pacto de Ostende generó una estructura para su desarrollo. Se crearía una especie de comité con Prim, Cristino Martos y Salustiano Olózaga como principales protagonistas. El 30 de junio de 1868 se firmaba el Pacto de Bruselas, que vendría a ser una confirmación del anterior.

El Pacto de Ostende, después de diversos ensayos de pronunciamientos, todos fallidos, terminaría cuajando con la Revolución Gloriosa de septiembre de 1868, y que abriría una nueva e intensa etapa, conocida como el Sexenio Democrático.

Conviene acercarse a Josep Fontana, que escribió el volumen sexto de la Historia de España que dirigió con Ramón Villares en Crítica, y que dedicó a la época del liberalismo, en el año 2007. También es obligada la consulta de la obra de Jorge Vilches, Progreso y Libertad. El Partido Progresista en la Revolución Liberal Española, editado por Alianza en 2001.

You May Also Like

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *