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La palabra conflicto se utiliza a menudo referida a otros,como por ejemplo en la frase «Andrés tiene un conflicto con su socio»-, pero rara vez se utiliza en referencia a uno mismo: «tengo un problema con mi socio». En este artículo nos adentramos en el mundo de sus sinónimos.
Por su parte, la Real Academia Española de la Lengua define conflicto como:
conflicto. M. 1. Combate, lucha, pelea. U. t. en sent. fig. Conflicto moral. ‖ 2.Enfrentamiento armado. ‖ 3. Apuro, situación desgraciada y de difícil salida.Estamos en un grave conflicto: se nos ha acabado la comida. ‖ 4. Problema, cuestión, materia de discusión. Conflicto de competencia. Conflicto de jurisdicción. ‖ 5. Psicol. Coexistencia de tendencias contradictorias en el individuo, capaces de generar angustia y trastornos neuróticos. ‖ ~ colectivo. M.Der. En las relaciones laborales, el que enfrenta a los trabajadores, a través de sus representantes, con los empresarios. Afecta a una empresa o a un sector económico y su resolución tiene efectos generales.
Y es que a nadie le gusta reconocer que tiene un conflicto, y, sin embargo, ¿cuántos conflictos tienen que resolver los juzgados y tribunales de justicia?. No existiría el tercer poder, el judicial, si los seres humanos no tuviéramos conflictos.
Buscamos en el diccionario sinónimos o palabras que impliquen la existencia de un «conflicto», y nos encontramos infinidad de ellas. Vamos a intentar ordenarlas en función de la intensidad o gravedad del problema:
- Las palabras discrepancia, cuestión, problema, malentendido, desencuentro, desacuerdo o discordancia las situaríamos como descriptivas de un primer nivel en la escala de intensidad o gravedad del conflicto. Están en el ADN del ser humano. Viven y conviven con nosotros y tenemos capacidad para resolver lo que implican por nosotros mismos. Acudiríamos al diálogo, a la comunicación, a la negociación directa para superar esta situación que nos afecta pero que podemos vivir con ella. Con paciencia y buena voluntad se resuelve.
- Más problemática es la situación cuando se torna en desavenencia, controversia, confrontación, disputa, contienda, enfrentamiento, pugna, choque. En estos casos, las puertas de la comunicación directa entre las partes se empiezan a cerrar. Es un buen momento para plantearnos la intervención de un tercero -mediador- que nos ayude a resolver nuestro caso. Cuando un conflicto se enquista, el tiempo actúa en contra. Las relaciones se rompen y el diálogo se desvanece.
- Un tercer estadio sería cuando el conflicto pasa a mayores. Se convierte en litigio o pleito. Aquí vemos que se confunde la palabra conflicto con su modo de resolución: el juicio. Cuando alguien dice que tiene un litigio está diciendo que ya no está en su mano su resolución. Está en manos de un tercero, sea este un juez o tribunal o un árbitro. Ha abandonado totalmente la comunicación en manos de su abogado. No quiere ni ver a su contrincante. Sin embargo, aún en esta fase, el conflicto puede reconducirse a través de un mediador. Las leyes de enjuiciamiento civil están incorporando mecanismos para que los jueces deriven a mediación cualquier asunto mediable. De esto hablaremos en otro post.
- De la última acepción, que contrariamente coincide con la primera de la RAE, combate, pelea, hostilidad, guerra, lucha, batalla, colisión, mejor no hablar. Los contendientes prescinden de las palabras y se toman la justicia por su mano. No se respetan las instituciones ni los tribunales. Difícil resulta la solución, y sin embargo estamos llenos de ejemplos a nivel internacional donde la mediación resulta eficaz allí donde otros estamentos fracasaron.
En resumen, observamos cómo la mediación resulta tanto más imprescindible cuanto más intenso es el conflicto y, sin embargo ¡cuánto tiempo y dinero se puede uno ahorrar si acude al mediador en las primeras fases del conflicto!
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Un par de rocas que fueron en un tiempo fuente de fortuna para los pescadores japoneses que cazaban lobos marinos y abulones, están impidiendo que los dos aliados más grandes de los Estados Unidos en Asia se lleven bien.
Las rocas ubicadas en el Mar del Japón son controladas por Corea del Sur desde 1954. Ninguno de los mil 200 pescadores de Okinoshima, la isla japonesa habitada más cercana, ha puesto los pies en ellas. Si bien las tensiones territoriales pueden ser fluctuantes, un gobierno más nacionalista en Tokio e informes en los medios destacando la disputa han sacado nuevamente a la luz reacciones en Okinoshima.
«Antes, a los jóvenes y al público en general no les interesaba Takeshima», dijo a los periodistas Shoza Yawata, residente local de 86 años en la localidad de Kumi en Okinoshima, a 158 kilómetros (98 millas) de las rocas conocidas como Dokdo en coreano. «Últimamente, ha habido una reacción negativa contra el control de Corea del Sur«, dijo. «A los japoneses nos hierve la sangre».
La disputa por los islotes y sus derechos de pesca, sumada a la amargura persistente de Corea del Sur por el trato dado a sus mujeres por el Ejército Imperial de Japón durante la Segunda Guerra Mundial, impide un mejoramiento de las relaciones entre las dos grandes economías de Asia.
El primer ministro Shinzo Abe, que quiere un Japón militarmente más fuerte, no ha logrado que la presidenta Park Geun Hye acepte sus exhortaciones a una cumbre, dejando a los Estados Unidos como un vocero marginal instando a mejorar las relaciones.
«Japón no tiene ninguna probabilidad de obtener una concesión coreana con respecto a las rocas», dijo Robert Dujarric, director del Instituto de Estudios Asiáticos Contemporáneos en la Universidad Temple de Japón.
TRES HABITANTES
Los Estados Unidos quieren que Japón y Corea del Sur trabajen juntos para limitar la influencia de China en la región y coordinar mejor la política con respecto a Corea del Norte, dijo Dujarric. «Este reclamo por Takeshima no hace más que ayudar a China y Corea del Norte y dificulta las cosas a Estados Unidos», dijo.
Las rocas en gran medida desnudas se elevan abruptamente del mar casi equidistantes del territorio de ambos países. Sólo tres personas –un pescador, su esposa y un poeta- viven allí, según un sitio Web del gobierno surcoreano, junto con un pelotón de unos 30 oficiales de policía. Los lobos marinos, cuya piel proveía antiguamente alfombras a los hogares de Okinoshima, han desaparecido.
Tanto Japón como Corea del Sur dicen que sus documentos demuestran antecedentes de utilización de los islotes, situados en aguas que Corea del Sur llama Mar del Este. En Okinoshima, con una población de 15.000 habitantes, hay muchas pruebas de la disputa.
Un cartel en lo alto de la terminal de ferry exige la devolución de las rocas, y la oficina del gobierno local está dominada por un estandarte similar de dos pisos de alto. Se exhiben cajas de «pasteles Takeshima».
Japón incorporó oficialmente las rocas en 1905, entregando la administración al gobierno local. Cinco años después anexó la península coreana, que ocupó hasta su derrota en 1945. Pocos meses después de que Japón firmó en 1951 un tratado de paz con otros 47 países, Corea del Sur trazó una frontera marina que efectivamente reivindicaba las rocas que en Europa se conocían como Liancourt.
En 2005, la prefectura de Shimane, que incluye a Okinoshima, estableció un Día de Takeshima anual el 22 de febrero, lo cual desató protestas en Corea del Sur y llevó a la provincia de Gyeongsangbuk-do a romper relaciones. Desde 2009, todos los alumnos de la escuela elemental y media de la prefectura de Shimane reciben lecciones sobre el tema.
Vamos poco a poco. Si bien ya dijimos que el conflicto es un fenómeno social natural, lo cierto es que no es ni mucho menos sinónimo de pelea y no debería tener el sesgo negativo tan fuerte que tiene. Los conflictos son situaciones en las cuales entramos en diferencias de intereses con otros, pueden ser personas, o grupos, o instituciones (incluso puede ser con uno mismo) y no necesariamente involucran agresión. Los conflictos pueden ser muy constructivos si aprendemos a manejarlos de manera pacífica y logrando establecer acuerdos que nos solo favorezcan los intereses de las partes involucradas (lo que se ha llamado “el gana – gana”) sino que nos permiten poner en práctica habilidades cognitivas, emocionales y sociales en los procesos de negociación. Muchos autores hablan del gana – gana, por ejemplo, Stephen Covey en el libro “Los siete hábitos de la gente altamente efectiva” lo plantea como el cuarto hábito hacia el beneficio mutuo en cualquier negociación y poder encontrar el equilibrio en las relaciones humanas con sentido de bien común y equidad.