
“Sufragio efectivo, no reelección” fue el lema de la campaña de Francisco Ignacio Madero en el año de 1910, cuando se lanzó a competir por la presidencia de la República Mexicana contra el dictador Porfirio Díaz, quien llevaba 35 años en el poder.
En aquellos tiempos, las elecciones presidenciales eran un mero trámite para legitimar al gobierno que presidía Porfirio Díaz, que ejercía el poder desde 1876 y tenía el control total de las instituciones. Además, según la constitución de 1857, vigente para la época, se permitía la reelección.
En medio de semejante régimen tiránico, el gesto de Madero, un empresario del norte del país, de lanzarse a la carrera por la presidencia era audaz.
Sumado a eso, Madero emite el Plan San Luis, manifiesto político promulgado el 5 de octubre de 1910, en el cual se convocaba al país a levantarse contra el porfiriato y establecer elecciones libres. En dicho manifiesto podía leerse la frase, repetida como un principio político: “Sufragio efectivo, no reelección”.
El lema de Madero condensaba lo principal de su propuesta política: sus convicciones democráticas y su convencimiento de que el sistema reeleccionista estaba siendo un lastre para el país. Por ello, exigía elecciones limpias, donde la voluntad popular sea respetada.
Mural Francisco I. Madero, Sufragio efectivo, no reelección (1969). Juan O’Gorman.
Pero, además, había otros problemas de tipo político, económico y social en aquel México de principios del siglo XX: gran descontento entre los campesinos en relación con el derecho a la tierra, enfado por parte del empresariado nacional, hecho a un lado en favor de los intereses de las potencias extranjeras, problemas generalizados de marginación e injusticia social, entre muchos otros.
De modo que estas y otras demandas políticas encontrarían en Madero un canal para ponerse sobre el tapete en el debate político nacional. De hecho, todo esto sería el contenido de las demandas revolucionarias que sacudirían al país en años posteriores.
Por esta razón se considera que, bajo el lema “sufragio efectivo, no reelección”, Francisco Ignacio Madero da inicio a la revolución mexicana que comienza con el levantamiento armado del día 20 de noviembre de 1910 y la renuncia de Porfirio Díaz en 1911.
Posteriormente, Madero asumirá el poder, pero será traicionado por Victoriano Huerta, quien lo asesinará en 1913, junto a su vicepresidente, José María Pino Suárez.
De todas formas, la grandeza del eslogan de Madero radica en que, bajo los principios democráticos, se proponía llegar al poder, de forma institucional, para transformar y modernizar políticamente al país.
Además, gracias a su eslogan, la constitución de los Estados Unidos de México de 1917 sería antirreeleccionista en lo referente al presidente y los gobernadores.
Mural Francisco I. Madero, sufragio efectivo, no reelección
El mural titulado Francisco I. Madero, sufragio efectivo, no reelección, representa el momento en que Francisco I. Madero sale del Castillo de Chapultepec rumbo al Palacio Nacional, el día 9 de febrero de 1913, acompañado por una multitud en la conocida marcha de la lealtad.
En el centro del fresco aparece Madero, montado en un caballo, sosteniendo la bandera de México. A su izquierda, está Victoriano Huerta, líder del levantamiento contra Madero, pactando con el embajador de Estados Unidos su traición.
También aparecen representadas las figuras de José Guadalupe Posada y del senador Belisario Domínguez, quien sostiene el discurso que pronunció contra la usurpación huertista y que provocó su asesinato.
El mural se encuentra actualmente en el Castillo de Chapultepec, en la Ciudad de México. Fue pintado entre 1968 y 1969 por Juan O’Gorman (1905-1982), arquitecto, pintor y muralista mexicano.
20 de noviembre: sufragio efectivo, no reelección
El 20 de noviembre los mexicanos conmemoran el inicio de la Revolución Mexicana, pues en tal fecha pero de 1910, Francisco I. Madero proclamó el denominado Plan de San Luis Potosí, documento en el que convocaba a los mexicanos a levantarse en armas en contra de la dictadura de Porfirio Díaz, quien había ocupado el cargo como presidente por 30 años consecutivos y hace referencia a que México estaba listo para una transición de poder. Durante las elecciones generales en 1910, mismas que favorecían a Francisco I. Madero; el gobierno de Díaz realizó una falsa declaración sobre el resultado de las mismas y esa fue la gota que derramó el vaso para iniciar un movimiento en contra de la dictadura Porfirista.
La revuelta del 20 de noviembre dio origen a uno de los principios políticos más importantes de México: “sufragio efectivo, no reelección”, que se puede parafrasear en: respeto del voto efectivo, sin reelecciones. La frase se convirtió en una proclamación pública en apoyo a los denominados rebeldes. A raíz de las revueltas sociales iniciadas el 20 de noviembre, Porfirio Díaz renunció al poder al año siguiente, pero no fue hasta 1917 cuando el país entró en un periodo de paz y estabilidad social al lograr un consenso para promulgar la Constitución de 1917, misma que incluía claramente el rechazo a la reelección presidencial y que se ha mantenido hasta la fecha.
La lógica detrás del principio de no reelección es evitar que una sóla persona (en este caso representada en el ejecutivo federal) concentre más poder durante un periodo de tiempo indeterminado, pues eso debilita el voto efectivo de los ciudadanos, anula el ejercicio democrático, restringe la alternancia política y propicia el surgimiento de las dictaduras. En Latinoamérica, únicamente cinco países tienen prohibida la reelección en sus Constituciones Políticas, México es uno de ellos, además de Colombia, Guatemala, Honduras y Paraguay.
Del lado contrario, algunas democracias Latinoamericanas permiten la reelección inmediata; es decir, el presidente puede ocupar el cargo de manera consecutiva por más de un periodo, este es el caso de la Argentina, Brasil, la República Dominicana, Ecuador y Bolivia, además de El Salvador, país donde se está debatiendo si se permite o no. También se encuentran aquellos países que permiten una reelección diferida; es decir, donde un presidente puede volver a ocupar el cargo únicamente después de haber pasado al menos un periodo presidencial después de su administración, este es el caso de Chile, Costa Rica, Panamá, Perú y Uruguay. Los únicos países que permiten una reelección indefinida son Venezuela y Nicaragua, ambas consideradas como dictaduras de las izquierdas.
Compartir en: