
Para otros usos de este término, véase Veleta (desambiguación)
Veleta y campana en la azotea de la catedral Saint-Étienne de Bourges (Francia).
Veleta con dial.
Sala de juntas del Almirantazgo, 1808; un indicador del viento puede ser visto en la pared del fondo.
Una imagen CGI representando una antigua estación meteo.
El Douglas DC3 que ahora sirve como veleta en el Yukon Transportation Museum localizado junto al aeropuerto internacional Whitehorse.
Una veleta es un dispositivo giratorio que consta de una placa que gira libremente, un señalador que indica la dirección del viento y una cruz horizontal que indica los puntos cardinales. El motivo puede ser muy variado (figuras de animales, antropomorfas, entre otros).
De esta ingeniosa idea tomaron sin duda origen nuestras veletas o giraldillas en forma de cometa, de gallo, etc. Antiguamente eran en forma de estatuas destinadas a conocer la dirección de los vientos
Operación
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El lado de una veleta es tal que el peso está distribuido equitativamente a cada lado del eje pivotante así el puntero pueda moverse libremente en su eje, pero el área de superficie está dividida desigualmente. El lado con el área superficial de mayor envergadura es soplada LEJOS de la dirección del viento, así el lado menor, con el puntero, es pivotado para ponerse de cara HACIA la dirección del viento. Por ejemplo, en un «viento noreste» (un viento que sopla DESDE el punto cardinal noreste) el puntero señalará hacia el punto cardinal noreste. La mayoría de las veletas tienen marcadores direccionales por debajo de la flecha, alineados con los puntos cardinales principales.
Las veletas con figuras caprichosas no siempre muestran la verdadera dirección. Esto se debe a que las figuras no logran el necesario equilibrio de diseño: un área de superficie desigual pero equilibrada en peso.
Para obtener una lectura precisa, la veleta debe estar localizada bien por arriba del suelo, alejada de edificios, árboles, y otros objetos que interfieran con la verdadera dirección del viento. La dirección del viento cambiante puede ser significativa cuando se coordina con otras condiciones aparentes del firmamento, habilitando al usuario para hacer predicciones sencillas de corto alcance.
Historia
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La torre de los vientos en el Ágora romana de Atenas contaba con toda probabilidad con una veleta en forma de tritón en su cúspide con la que apuntaba a cada uno de sus ocho lados, que representa una dirección del viento según la rosa de los vientos, con un relieve que representa cada viento: Bóreas (N), Kaikias (NE), Euro (E), Apeliotas (SE), Noto (S), Lips (SO), Céfiro (O) y Skiron (NO).[1]Se atribuye al Papa Gregorio I que el gallo era en mejor símbolo del cristianismo siendo el emblema de San Pedro.[2][3] por lo que se empezaría a usar en las iglesias,[2] y que en el siglo IX el Papa Nicolás I[4] ordenó que dicha figura se emplazara en cada campanario de cada iglesia.[5] El Papa León IV lo habría mandado emplazar en la Antigua Basílica de San Pedro antes incluso del papado de Nicolás I.[6] Supuestamente el gallo representaría también la vigilancia del clero sobre el pueblo,[7]
Algunas veletas célebres
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Referencias
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Bibliografía
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Una veleta con forma de gallo.
Veleta con forma de barco.
- A.B & W.T. 1982. Westervelt, American Antique Weather Vanes: The Complete Illustrated Westervelt Catalog of 1883. New York, Dover.
- A Gallery of Ilse. Weathercocks and Weather Creatures: some examples of early American folk art from the collection of the Shelburne Museum. Newport R.I., Third & Elm Press, 1970
- Burnell, Marcia, Heritage Above. A Tribute to Maine’s Tradition of Weather Vanes, Down East Books, Camden Maine, 1991
- Coolidge, John T. Weather Vanities, Milton, MA, 1978
- Crepeau, Pierre, Pointing at the Wind: The Weather Vane Collection of the Canadian Museum of Civilization, Hull, Canadian Museum c. 1990
- Fitzgerald, Ken, Weather Vanes and Whirligigs, New York: Clarkson n. Potter, 1967
- Geismar, Tom & Kahn, Harvey, Spiritually Moving: A Collection of American Folk Art Sculpture, New York: Hacker Art Books, 1998
- Kaye, Myrna, Yankee Weather Vanes, New York, Dutton, 1975
- Kennedy Quarterly, Volume XVI, Number 1, 18th and 19th Century Naive Art, New York: Kennedy Galleries, Inc. 1978
- Kenneth Lynch & Sons, Weather Vanes, Canterbury, Conn, Canterbury Pub. Co., c1971, series title: Architectural handbook series
- Klamkin, Charles, Weather Vanes: The History, Design and Manufacture of an American Folk Art, New York, Hawthorn Books, 1973
- Messent, Claude John Wilson, The Weather Vanes of Norfolk & Norwich, Norwich, Fletcher & son, limited, 1937
- Miller, Steve, The Art of the Weather Vane, Schiffer Publishing, Exton Penn.1984
- Mockridge, Patricia, Weather Vanes of Great Britain, London: R. Hale, 1990
- Needham, Albert, English Weather Vanes, These Stories and Legends from Medieval to Modern Times. Haywards Heath, Sussex, C. Clarke, 1953
- Reaveley, Mabel E., Weather Vane Secrets, Westford, MA. 1984
- Whirligigs & Weather Vanes: Contemporary Sculpture Whirligigs & Weather Vanes: Contemporary Sculpture. Eugene OR: Visual Arts Resources 1994.
- Gusstav escriptures reference, C Lohan 1985.
Enlaces externos
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Véase también
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Veleta (vídeo).
El viento es una variable meteorológica que viene caracterizada por una magnitud vectorial. Se necesitan dos medidas para caracterizarla bien. Una de ellas es la dirección o rumbo, medida con una veleta, y la otra la intensidad o velocidad, que puede determinarse gracias al anemómetro.
Anemómetro de cazoletas y veleta en lo alto de un mástil anemométrico
Históricamente, el viento es una de las primeras variables meteorológicas que se intentó medir, aunque transcurrió mucho tiempo desde que se empezó a determinar su lugar de procedencia –gracias a las veletas– hasta que aparecieron los primeros instrumentos capaces de determinar la intensidad a la que sopla. A diferencia de lo que ocurre con la temperatura, la presión o la humedad relativa del aire, que son magnitudes escalares y se pueden medir con un único instrumento meteorológico (termómetro, barómetro e higrómetro, respectivamente), el viento es una magnitud vectorial, por lo que se requiere de dos medidas para caracterizarlo.
Las referidas veletas, cuyo origen se remonta a la época clásica, sólo permiten conocer de dónde sopla el viento: su dirección de procedencia o rumbo, pero no su intensidad (el módulo). El instrumento que permite medirla es el anemómetro. A mediados del siglo XV, el arquitecto y matemático italiano Leon Battista Alberti (1404-1472) inventó el primero de ellos, aunque tuvieron que transcurrir cuatro siglos más para disponer del clásico anemómetro de cazoletas, que es el más utilizado en el mundo. Existen anemómetros de otros tipos, más sofisticados y basados en distintos principios físicos, que son igualmente fiables y precisos.
La información visual del catavientos
Uno de los factores que puede suponer un peligro para la conducción en las autopistas y autovías –donde habitualmente se conduce a velocidades altas (120 km/h es el límite de velocidad en ese par de vías, en España)– es el viento lateral. En los tramos donde es frecuente tenerlo, se suelen colocar mangas de viento, lo que permite al conductor conocer tanto la dirección como la intensidad del viento. La observación de esos artilugios es particularmente útil cuando el viento sopla fuerte, lo que provoca en los conductores una reacción instintiva, que les lleva a reducir la velocidad.
Manga de viento o catavientos. Aparte de permitirnos conocer de dónde sopla un viento, las franjas alternas de color blanco y rojo permiten, a partir de la observación cuantificar también la intensidad del viento.
La información visual que se obtiene de una de esas mangas, conos o calcetines de viento (windsock, en inglés), también conocidas como catavientos, es más rica de lo que cabría pensar. Todos interpretamos correctamente que cuanto más horizontal está la manga, más fuerte sopla el viento, pero lo que no es tan conocido es que las franjas alternas de color blanco y rojo nos proporcionan un código que permite conocer el dato de la velocidad. Cada franja representa 3 nudos, equivalentes a 5,5 km/h, de manera que observando cuantos de los cinco tramos de la manga están horizontales, podemos estimar la intensidad con la que sopla el viento. Si la manga está totalmente horizontal, el viento estará soplando a una velocidad igual o superior a 15 nudos = 28 km/h (= 5,5 x 5).
Anemómetros y veletas, así funcionan
El rumbo que marca la veleta de un observatorio meteorológico se complementa con el dato de la intensidad del viento, obtenido con el anemómetro. Un primer hecho digno de mención es el carácter fluctuante del viento. Basta con observar unos pocos segundos una veleta para comprobar que está continuamente moviéndose, incluso aunque esté soplando un viento dominante de una determinada dirección, o, por el contrario, que la situación sea de aparente calma. Si, paralelamente, analizamos la gráfica correspondiente a la intensidad, veremos en ella una sucesión continua de picos, de amplitud variable, lo que refleja también las fluctuaciones asociadas al carácter turbulento del aire, cuando se desplaza en las cercanías de la superficie terrestre.
Izquierda: Estación meteorológica automática ubicada en una zona de alta montaña, que incluye instrumentos medidores del viento en lo alto del mástil. Derecha: Anemómetro portátil, que obtiene una medida directa e inmediata de la intensidad del viento.
A efectos prácticos, es más útil conocer una intensidad media del viento, correspondiente a un período de tiempo no demasiado largo, que los datos de la velocidad instantánea que de forma “continua” (cada pocos segundos) va registrando el anemómetro. El periodo que se usa con mayor frecuencia para establecer datos de viento medio es de 10 minutos, aunque en ocasiones resulta útil disponer de datos minutales. Para caracterizar un determinado episodio ventoso (por ejemplo, un temporal provocado al paso de una profunda borrasca), resulta interesante conocer las rachas o ráfagas que alcanza el viento, en particular las máximas, ya que proporcionan una medida aproximada de la magnitud del citado episodio.
En meteorología, una racha se define como la desviación transitoria de la intensidad del viento, que conlleva un aumento súbito de la misma y que puede ir o no acompañada de un cambio de dirección. En común referirse a un viento racheado o rafagoso cuando observamos su naturaleza cambiante; sin embargo, en sentido estricto, solo se puede calificar así cuando la diferencia entre las rachas y la velocidad media (diezminutal) es superior a 10 nudos, equivalentes a 18,52 km/h. Si bien es común expresar el viento como lo hemos hecho, tanto en nudos (millas náuticas por hora) como en km/h, la unidad de medida más apropiada es el m/s, correspondiente al Sistema Internacional, que es el que se ha ido imponiendo entre la comunidad científica, de la que forma parte la meteorológica.